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Cónclave: El próximo papa y la importancia de su nombre



El papa Francisco, fallecido el 21 de abril, describió en su autobiografía Esperanza, publicada en enero de 2025, el momento en que decidió su nombre durante la elección papal de 2013.


Durante la decisiva quinta ronda del cónclave, el 13 de marzo de 2013, el nombre de Jorge Mario Bergoglio se leyó en voz alta y cada vez con mayor frecuencia durante el recuento de votos.



“Cuando se pronunció mi nombre setenta y siete veces, hubo aplausos, aunque la lectura continuaba (…). En ese preciso momento, mientras los cardenales aplaudían y continuaba el recuento, el cardenal Hummes se levantó y me abrazó: ‘No te olvides de los pobres’, dijo. Esa frase me impactó profundamente. La sentí en lo más profundo de mí. En ese momento, el nombre ‘Francisco’ me vino a la mente”. Con anterioridad, nunca había creído que precisamente él iba a ser el elegido y, por eso, “no tenía un nombre papal preparado”, escribió en su libro.


Durante más de 600 años, ningún papa había elegido un nombre que no hubiera aparecido previamente en las estadísticas papales.


El deseo de un vagabundo

“Creo que la elección del nombre suele ser programática”, declara a Deutsche Welle Jörg Ernesti, teólogo católico de Augsburgo y experto papal. El papa Francisco comentó en Esperanza: “Durante los días del cónclave, un sin techo apareció en la plaza frente a la Basílica de San Pedro con un cartel colgado del cuello, donde ponía ‘Papa Francisco I’. Pero me di cuenta muchos días después, cuando varios periódicos publicaron su foto”.



Antes de Bergoglio, el papa número 266, nadie había eligido el nombre Francisco. Otros, en cambio, se han repetido con frecuencia: Juan (23 veces y elegido por última vez en 1958-1963), Gregorio (16 veces y por última vez en 1831-1846), Benedicto (en 16 ocasiones y por última vez entre 2005-2013), Clemente (14 y por última vez entre 1769-1774), Inocencio (13 y por última vez entre 1721-1724), León (13 y por última vez entre 1878-1903) y Pío (12 veces y por última vez en 1939-1958). También hay más de 40 nombres escogidos tan solo una vez, como Pedro, Fabián, Constantino o Francisco.


Los papas de los primeros siglos, empezando por Pedro, no cambiaron sus nombres de nacimiento. Según explica el experto papal Ernesti, la primera elección con un nombre distinto al real, “probablemente ocurrió en el año 533, por vergüenza”. El líder de la iglesia elegido en aquel momento llevaba el nombre de un dios pagano, Mercurio, y “entonces eligió el nombre de Juan II”.


El papa y San Francisco

Con el papa Francisco ha quedado claro lo programático que puede ser un nombre. San Francisco de Asís (1182-1226), hijo de un comerciante de Asís, Italia, sintió la llamada de Jesús, renunció a toda sus riquezas, vivió en la pobreza total y fundó la orden franciscana. Ambos papas dedicaron sus vidas a los pobres. El papa argentino visitó Asís con más frecuencia que cualquier otro lugar fuera de Roma.



Más recientemente, Pablo VI (1963-1978) fue probablemente el ejemplo más claro de elección programática de un nombre. Su ejemplo fue el apóstol Pablo, quien difundió el cristianismo en los primeros años después de Jesús, más allá de lo que entonces era Palestina, en aquella época el mundo.


Pablo IV, arzobispo de Milán antes de su elección como papa, se consideraba un apóstol moderno del pueblo. Poco más de cuatro meses después de su elección, fue el primer papa en ejercicio en subirse a un avión y viajar a Tierra Santa y, un año después, a Bombay, India. Siguieron otros viajes importantes, como las Naciones Unidas en Nueva York, Uganda, Asia, Oceanía y Australia.



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